Ferrán Soldevila, História de Catalunya,
Barcelona, Alpha, 1962, vol. II, p. 857 dedica unas palabras apasionadas a la
marginación de Barcelona del libre comercio con las Indias:
(Traducción de Catalán al Castellano):
"Pero la más triste de todas las
exclusiones que la política de los Reyes Católicos perpetuó y la más funesta
para Cataluña y también para España, fue la que imposibilitó relacionarse y
comerciar directamente con el Nuevo Mundo los pueblos peninsulares mejor
dotados para las empresas marítimas y mercantiles, (…), los que podrían haber
construido un imperio comercial como lo habría construido Cataluña en la Edad Media
".
Como han demostrado los historiadores, esta
afirmación es FALSA o al menos Cataluña estaría tan discriminada por la
política de los reyes como lo habría estado Castilla, Navarra, Galicia o
cualquier otra región que no fuese Sevilla, pues lo que se hizo fue centralizar
el comercio transatlántico en este puerto primero, y en el de Cádiz a partir de
1717, para liberalizarlo completamente más tarde con Carlos III. Las medidas de
la reina Isabel para mantener el comercio con América solo en manos Castellanas
fue derogada a su muerte por su marido el rey Fernando, se conoce una cédula de
5 de marzo de 1505 por la que el rey autorizó a todos sus súbditos el tránsito
a América. Catalanes y Aragoneses aparecen desde el principio de la historia.
Joan de Coloma fue el redactor de las Capitulaciones de Santa Fe, otros
acompañaron a Cristóbal Colón ya en el segundo viaje como los militares Pere
Bertran Margarit y Miquel de Ballester, los eclesiásticos Fray Bernat Boïl,
Fray Ramon Paner y Ramon Ponç o el cosmógrafo Jaume Ferrer de Blanes, que
elaboró el nuevo mapamundi necesario para redactar el Tratado de Tordesillas de
1494. No se ha obtenido aún un inventario completo de las naves del principado
de Barcelona pero son frecuentes las referencias a expediciones marítimas en
barcos cuya fábrica, dueño y maestre son indudablemente catalanes desde antes
del s.XVIII.
El problema es, como explica el profesor Carlos
Martinez Shaw de la Universidad de Barcelona y en contra de lo que postula el
nacionalismo catalán, el principado de Barcelona se encontraba en plena
decadencia a fines del s.XV, en pleno retroceso demográfico y económico, frente
a una Sevilla en plena expansión humana y comercial junto a una Castilla con
una pujante economía de las más desarrolladas del continente. Respetando la
exclusiva del puerto andaluz, los mercaderes catalanes se instalaron en
Andalucía y mantuvieron tratos con América a través de la colonia catalana de
Sevilla. Con el crecimiento en general de la economía catalana desde fines del
s.XVII, el comercio de este territorio va incrementar de forma acelerada su
presencia en las rutas transatlánticas, procediendo primero a la conquista de
posiciones sólidas en el puerto de Cádiz para más tarde obtener innegables
privilegios todavía en el marco del monopolio andaluz y finalmente conseguir la
habilitación de Barcelona como uno de los puertos autorizados para el ejercicio
del libre comercio con América en 1778.
Expongo aquí una célula real muy explícita de
Felipe II con respecto a la autorización de todos los súbditos de las Españas
para comerciar con América:
"No se consienta estar en las lndias
Portugueses ni otros
extranjeros que hubieran pasado a ellas, fuera
de los Reynos de
Castilla y Aragón".
"No residan en las lndias y salgan luego de
ellas todos los
Estrangeros, que no fueren naturales de los
Reynos de Castilla y
Aragón".
"(Se declara) por extranjeros de los Reinos
de las Indias y de
sus costas, puertos e islas adyacentes para no
poder estar ni
residir en ellas a los que no fueren naturales
de estos nuestros
reinos de Castilla, León, Aragón, Valencia,
Cataluña y Navarra y
de las islas Mallorca y Menorca por ser de la
Corona de Ara-
gón”.
Ferran Soldevila habla de la exclusión del comercio "directo", ocasionado por el monopolio sevillano, en este sentido sí hay exclusión. Como se ha demostrado, el monopolio sevillano se constituyó en un poder oligárquico que velaba por sus propios intereses, normalmente contrarios a los de la Monarquía.
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